enero 12, 2008

Una Fábula desde el Vacío


La Caída


...lo que Lacan llama el objeto a: condensa la Cosa que es imposible
y a la vez mortal, la sustituye y así permite mantener una relación con ella
exento del peligro de ser tragado por ella
...
Este vacío de la ausencia del objeto es el lugar que Lacan –retomando
una noción freudiana del Proyecto de 1895– denomina la Cosa (das Ding),
término con el cual nombra lo imposible, el goce (...) como inalcanzable.
–Daniel Gerber

Julia es una mujer casada. Tiene tres hijos, un empleo más bien exitoso, y es reconocida en el medio como una buena fotógrafa.

Hace unos años que conoció a Héctor, cuando fue contratada para ilustrar un artículo suyo en una revista. Se llamaban por teléfono con frecuencia, pero, para desilusión de Julia, se veían muy pocas veces, todas ellas en el entorno de sus profesiones.

Héctor aparecía ante ella como una promesa de seducción, como quien sería capaz de cubrir la falta que su marido, sus hijos y su trabajo no supieron llenar. Las llamadas telefónicas se volvieron su centro de atención, lo escuchaba e imaginaba su próximo encuentro. Durante cuatro años sólo se vieron ocho veces, el último sólo una, pero Julia seguía con su fantasía de pasar a la corporeidad, y sentirse plena.

Julia ha dejado de asistir a su trabajo. Tampoco ha vuelto a tomar fotografías. Ve su vida como una botella vacía. Llama a Héctor. Lo obliga a efectuar el encuentro deseado. Se encontrarán en un hotel barato.

En un breve instante, la cercanía ha desgarrado el velo que los cubría; ahora, se miran como descarnados, demasiado parecidos a sí mismos. Se ha disuelto el tesoro prometido.

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1 comentario:

Prof. Ortiz Sosa dijo...

Cuando alcanzamos el deseo, cuando el cuerpo del otro se desnuda de esa fantasía histérica, solo queda la carne, quedamos solos, quedamos con un reflejo y eso es lo único que no tolera el ser humano.