noviembre 14, 2011

En sus manos está la lluvia



modelo: gabrielle ponce foto: allan

Killing time in the ´70s
Smelling of love thru´ the moist wind

–David Bowie, Bring me the disco king


Nunca conocí a mujer más hermosa y elegante que la señorita K. A veces, al bailar, me tomaba de las manos, y un frío recorría mi espalda. Un frío como agua, y supe que en las manos de la señorita K había lluvia.

Verla era ya un goce. Sus atuendos y su actitud, sus movimientos y gestos, su modo de sonreír y de quedarse inmóvil a media canción, como si recordara algo de pronto. Era como un cortometraje o como un videoclip. Cuando se quedaba inmóvil, yo la miraba, incapaz de decirle nada. Luego, ella me miraba, me regalaba esa sonrisa un poco triste y esa mirada que parecía antigua, y de nuevo tomaba mis manos entre sus manos, donde la lluvia está contenida, y reiniciaba su baile; a veces, me tomaba por la cintura o me rodeaba por el cuello con los brazos, y yo era feliz.

Algunas noches, me llamaba a casa, y platicábamos unos veinte minutos. Su voz era alegre y melancólica al mismo tiempo. Me hacía pensar en los niños que han dejado de serlo, en canciones de jóvenes ahora viejos, en épocas donde todo es bello y perfecto, ya perdidas para siempre. Porque yo sé que la señorita K nació en un momento equivocado, que su alma y su corazón laten en otro tiempo, en 1971, 72, 73, en un pasado que hoy ya parece demasiado remoto.

Y cuando ella baila y la lluvia está en sus manos, y se queda inmóvil y la lluvia para, yo sé que ella ya no está aquí del todo; que se ha marchado a pasar una breve temporada en aquella época de oro y plata y purpurina, donde puede vivir sus sueños.


Fue para Gabrielle Ponce

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