mayo 16, 2008

End

Lecturas finalizadas (hablemos de ellas)


Nota: Si deseas profundizar en la discusión de alguno de estos textos, te invito a que me agregues al MSN: allacrim@hotmail.com, donde podremos conversar largo y tendido de éste y cualquier otro tema. Gracias.

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Julio Verne. De la Tierra a la Luna

Relato histórico. Reláto fantástico. Y finalmente, relato de ciencia ficción. Todo ello, con un humor inteligente, del que verdaderamente hace reír, y con una claridad admirable.

Uno mira, lee, escucha y presiente los modos de pensar de la época en que le toca vivir. En la actualidad, la literatura más apreciada es aquella con un notable trabajo intelectual, y no es sorpresa que la llamada novela psicológica esté tan de moda desde hace varias décadas, mientras que a los autores fantásticos se les mira con cierto desdén, considerándolos pueriles, ridículos incluso. ¿Será que a la gente le gusta pensar que hay algunos mejores? ¿Existe un gusto morboso por ser escupido en el rostro? No me puedo explicar por otros medios ese gusto por lo críptico, por lo snob, por lo ininteligible. No puedo comprender de otro modo que alguien considere de algún valor el discurso de, por ejemplo, Carlos Monsiváis, y que mire desdeñosamente a gente como William Gibson, o J. G. Ballard, o a los autores clásicos de novelas de aventuras.

Pues bien, yo me pronuncio a favor de los autores de aventuras por encima del relato realista o psicológico. Yo prefiero y considero MEJOR a un Verne, un Jack London, un Joseph Conrad que a un James Joyce (y con eso ya he dicho demasiado). Pasé varias horas divertido y emocionado con los ires y venires del Gun club, de esta novela que comento ahora, mientras que "Retrato del artista adolescente", de Joyce, me resultó insufrible, detestable, pretensioso, falso y estúpido. Es el segundo libro del irlandés que traté de leer, y es el segundo que debo dejar inconcluso. La literatura debe ser un placer, no una molestia. Joyce es tan aburrido como Kafka pero no es tan interesante.

No soy lector novato de Julio Verne. En la niñez, tuve muchas horas de emoción, misterio y sueños, con la versión de "Viaje al centro de la Tierra" ilustrada por Chiqui de la Fuente, y adaptada por Carlos Alberto Cornejo, editado por Planeta en 1978, versión que conservo y atesoro. Y hace algún tiempo, leí "Miguel Strogoff", historia de cosacos y viajeros, pero que significó poco para mí. Pero yo deseaba leer más del francés, y en una de ésas, me compré "De la Tierra a la Luna" y "Viaje al centro de la Tierra", en esas soberbias ediciones de Planeta (también) forradas en piel, por sólo veinte pesos cada uno, pues los compré en el puesto de revistas y libros robados de Tasqueña, lugar de las grandes ofertas. Espero ir pronto por allí para apañarme una copia de las aventuras de Nemo en "20.000 leguas de viaje submarino".

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Adolfo Bioy Casares. La invención de Morel

Sobresaliente y apasionante. Borges la describió como perfecta y aseguró que no se trataba de una hipérbole ni de una exageración. Exageraba. ¿Cómo definir la perfección? Si "La invención de Morel" es perfecta, ¿qué son "La vida está en otra parte" de Kundera, "Neuromante" y "Conde Cero" de William Gibson, las "Crónicas de la Dragonlance" de Margaret Weis y Tracy Hickman, o "El reino vencido" de RAF? ¿Cómo definir estas obras que desde mi punto de vista son mejores que Morel? ¿Cabe hablar de grados de perfección? ¿Puede algo ser más perfecto o menos perfecto?

Olvidémonos de Borges y los callejones sin salida a que nos obliga llegar, y volvamos a ABC.

"La invención de Morel" es una novela de corte fantástico, cercana por momentos a la ciencia ficción. Ha sido llevada al cine dos veces, y la teleserie "Lost" está sin duda basada en ella (eso me lo ha informado Tony Kings; gracias, amigo). Es una novela internacional, pues. Eso no significa nada.

Esta novela nos presenta de nuevo el sueño de inmortalidad de los hombres, y los sacrificios que deben hacerse para alcanzarla, o para poseerla. Pero uno se cuestiona entonces si tal renuncia vale la pena. Si tal anhelo y su consecución valen algo. Y mientras uno avanza por las breves páginas de Morel, la soledad se va haciendo más grande, hasta llenarlo todo, si esto no es un oxímoron (para regresar momentaneamente al ciego). Y es que no hay nada más solitario que el hombre, y más el hombre que en medio de la multitud no es conocido de nadie, ese hombre del que nadie sabe su nombre, que pasa desapercibido, que es ignorado, que es como un fantasma.

Su desarrollo se va dando como el de una novela de misterio (estilo policial), pasando por el relato de terror (fantasmas; en dos o tres vertientes, digamos), hasta llegar a la novela psicológica, tan de moda el siglo pasado, que ronda por los pensamientos filosóficos del narrador, pero entonces aterrizar en el relato fantástico no sobrenatural, cuyo antecedente más notorio podría ser "El castillo de los Cárpatos" de Julio Verne, donde la ciencia reemplaza, por fin, al diablo. Una máquina no menos infenal que las promesas de Mefistófeles.

Amena y rápida lectura.

Dave McKean (arte de Coraline)
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Neil Gaiman. Coraline

 
Hacía ya varios años que trataba de leer algo más de este autor, a quien conocí en el comic Spawn 9, y después como escritor de The Sandman y algunos otros comics y novelas gráficas. Supe que con "Sueño de una noche de verano", uno de los volúmenes de The Sandman, ganó el World Fanatasy Award, mismo que ganó Borges alguna vez en el pasado. Esta victoria tuvo como consecuencia que los organizadores del concurso, el más importante a nivel mundial en cuanto a literatura fantástica, modificaran las reglas, prohibiendo la participación de comics y novelas gráficas, salvo en una categoría especial. Todo ello sonaba prometedor. Neil Gaiman tenía que ser un autor a tener en cuenta. Desafortunadamente, nada de él se publica en español, con la pequeña excepción de un puñado de comics.

Unos seis años atrás, aproximadamente, leí un cuento de Neil Gaiman, "Orpheus", bastante breve, en inglés, mismo que acompaña el libreto de un CD compilatorio de música etérea, con voces exclusivamente masculinas. El cuento de Gaiman cierra el libreto, y es un acompañamiento adecuado a la música (claro que el relato toma unos cinco minutos para ser leído, mientras que el disco se prolonga durante unos setena minutos).

Así, tras buscar y rebuscar, pude, al fin, hacerme de Coraline, de American Gods, de Stardust y de The day I swapped my dad for two goldfish, todos ellos en versiones electrónicas (y en inglés). El primero de estos libros que quise degustar fue justamente Coraline, un libro para niños, en apariencia. El propio autor, así lo creía, así lo concibió (lo pensó para una de sus hijas, pero demoró una década en terminarlo, y pasó a ser para su segunda hija... aunque la mayor, tras leerlo, dijo que uno nunca será demasiado viejo para leer Coraline, y no se equivica).

Coraline, como menciona Neil, tras el recibimiento del libro, es una novela que a los niños los hace emocionarse con las aventuras de esta heroina, muy pequeña para su edad, que enfrenta graves peligros, incluyendo una mano malvada, y que a los adultos puede provocarles pesadillas.

Cuando leí el capítulo donde aparece la mano maligna, realmente me estremecí. Las ilustraciones (hechas por Dave McKean, quien ha ilustrado otros trabajos de Gaiman) le dan una fuerza y una vida a las situaciones. Su ilustración de la mano del mal es, y me quedo corto, aterradora.


Coraline no es un relato del todo novedoso. Sus fuentes principales son los dos libros de Alicia (de Lewis Carroll), pero añadiendo elementos de horror gótico clásico, sólo que traídos a la modernidad. No hay castillos, pero si una vieja casa con puertas que rechinan, un monstruo en las profundidades, arañas, gente con botones cosidos a los ojos, etcétera. Es como una historia de Tim Burton, donde la ternura y el terror conviven pacíficamente. De hecho, existen planes (desde hace unos años sólo planes) de convertir Coraline en una película. Ya existe incluso un guión, por nadie más ni menos que Henry Selick, quien es famoso por haber dirigido "El extraño mundo de Jack" (con historia y personajes de Tim Burton) y "Jim y el durazno gigante". Si un día los planes dejan de ser planes y se convierten en hechos, los amantes de la fantasía oscura tendremos una nueva aventura visual. Si no se concreta, tenemos el libro, que es genial (por si no se habían dado cuenta).
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Carl G. Jung (y otros). El hombre y sus símbolos.


Si algo me queda claro en este compendio es que Jung (y los jungianos) son más freudianos de lo que estarían jamás dispuestos a aceptar. En pocas palabras: Jung es freudiano a pesar de sí mismo.


Por supuesto, ser freudiano no es ningún defecto, sino al contrario: una gran virtud. No reconozco religión alguna; si lo hiciera, me consideraría Freudiano (o Caballero Jedi, o de la Luminosa Orden de Selune). El problema es que una parte considerable del libro (y de los autores que colaboran: M. L. von Franz, Joseph L. Henderson, Jolande Jacobi, Aniela Jaffé, John Freeman, y el propio Jung) está dedicada a proclamar a los cuatro vientos que Jung y la escuela jungiana no tienen nada que ver con el doctor Sigmund Freud (¡salve!), pero nunca terminan de explicar o demostrar por qué. Al contrario, las teorías propuestas por Jung y sus discípulos son perfectamente explicables mediante el Psicoanálisis Clásico, y la Psicología Social (de la que Freud sienta unas buenas bases; ¿no me cree usted? Le recomiendo "La psicología de las masas y el análisis del yo" y "El malestar en la cultura", ambos de Freud, y verá que no miento).

Pero no es todo. Analizar un sueño mediante el uso de símbolos arquetípicos, como propone Jung, no sólo es más engorroso y lento, sino que al final el proceso desemboca en el mismo resultado. La diferencia es que uno simplemente deja de llamarle falo al símbolo fálico, para llamarlo daga, o espada, o cetro, o cualquier otra cosa que suene más mística, mágica, alquímica o metafísica. Pero el sentido del símbolo viene a ser el mismo.

Dicho lo anterior, no quiero que parezca que Jung y sus amigos sean malos teóricos o psicoanalistas (psicólogos analíticos, dicen ellos), pues sus teorías, mostradas en estos textos, resultan muy interesantes, especialmente en lo tocante al análisis de las tradiciones y del arte (no en un sentido moral o estético, sino puramente psicológico). Es sólo que no tengo demasiadas palabras elogiosas. Pero lea, si le pica la curiosidad, y elabore su propia opinión.

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René Avilés Fabila. Los animales prodigiosos.


Desde que leí a René por primera vez, hará 8 años, me sentí atraído por esa forma de decir las cosas, tan directa, sencilla, clara y divertida (a veces, triste). Cuentos, novelas, artículos políticos y culturales, memorias, ensayos... todo en este autor resulta interesante (no hace falta que usted lo mencione, en el blog personal del autor, hace algunos meses que me declaré su lambiscón oficial; si vas a ser lambiscón, lambea a quienes merecen ser lambeados... otros optarán por García Márquez, Charly Mosiváis o la Princesa Poniatowska), y este libro, regalo de mi amiguita Consuelo (le costó diez pesos, en una venta de garage que se llevó a cabo en la plazuela de la Cineteca Nacional), no iba a ser la excepción. No es de gratis que ganara el premio a mejor libro publicado en el año de su edición (no recuerdo el año; tal vez fue en 1998, pero no estoy seguro).


Lo que nos ofrece "Los animales prodigiosos" es una breve bestiario fantástico, heredero de Arreola y Borges (su libro no lo había leído antes, pero lo fui a conseguir en fechas inmediatas... siga leyendo), pero que camina por sus propios medios, pues mientras Arreola hacía hermosas y poéticas descripciones de animales verdaderos, y Borges una compilación (con su descripción, muchas veces de su propia pluma) de seres de la literatura y la mitología, René inventa (o re-inventa) a cada uno de estos seres. Así, por un prodigio de enfermiza imaginación, las clásicas sirenas, por ejemplo, han sido transmutadas, y en lugar de ser peces con cabeza y cuerpo de mujer, son mujeres con nauseabundas cabezas de pez. No arruinaré otras diversiones; si he tomado este ejemplo, es porque el propio prólogo, de Rubén Bonifaz Nuño, se adelanta; así que de todos modos se les arruinaba la sorpresa.No sé cuál será (o sea) tu postura, pero yo me reí mucho con este pequeño libro.

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J. G. Ballard. Noches de cocaína.


Aterrador. Enojoso. No tengo otras palabras para describirlo. Hay escenas muy incómodas que no distan mucho de la vida material, escenas que uno prácticamente puede reconocer de la vida diaria. Pero la mirada de Ballard convierte a esas escenas en verdaderos relatos de horror (iba a agregar doméstico, pero no estoy tan seguro de que sea la palabra adecuada).


Antes, leí otros dos libros del autor inglés nacido en China (cuya muerte ya parece inminente), "El mundo sumergido" y "La isla de cemento", que me gustaron, pero "Noches de cocaína" es diferente. No sé, no podría decirlo con toda la convicción, si me gusta o no. Pero me impactó, sin duda, y creo que de eso se ha tratado el arte durante toda su historia, de impactar, de tambalear los afectos, de, cuando menos, moverlos un poco.

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J. L. Borges y Margarita Guerrero. Manual de zoología fantástica.


Ya mencioné el bestiario de René (uno de los dos; en 2007 apareció "El bosque de los prodigios", un nuevo bestiario ficticio, del mismo orden, pero dedicado a la fauna fantástica mesoamericana; sobre "El bosque de los prodigios", he escrito una reseña), y dije que se alimenta de éste, que fuera de México se conoce como "El libro de los seres imaginarios".


Más que un libro divertido, se trata de un compendio de algunas de las principales criaturas de la mitología, con frecuencia rescatadas por la literatura, aunque incluye algunos ejemplos de seres ideados de forma literaria (como los de Kafka o de C. S. Lewis). El valor que tiene este libro es el de dar a conocer muchos de estos seres, y más en una época donde el hombre ha olvidado el dragón para ocuparse de asuntos más serios, como la renta o la corbata a la que hace falta planchar). ¿Quién conoce a Behemoth? ¿Y a Bahamut? ¿En qué difieren estos dos amigos? ¿Sabían que hay un Fénix Chino, distinto del occidental? ¿Y un unicornio, también? ¿Y dragones?



En fin, que este manual (eso es, precisamente) nos ayudará a reconocer a esas bestezuelas que rondan ciertos estilos de literatura.

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Poppy Z. Brite. Lost souls?


En español se le conoce como "La música de los vampiros", o "El alma del vampiro". Ambos títulos me parecen poco acertados, pues la novela trata de otras cosas además de música, y no es exclusivamente el alma del vampíro lo que se explora en ella. Steve y Ghost, los protagonistas, no son vampiros.


Si pueden, traten de conseguirla en inglés, pues la traducción a español es absolutamente aborrecible. Aunque la novela está llena de slangs y lenguaje de las calles, vale mucho la pena el esfuerzo que puede implicar su lectura en la lengua original.


Entremos en materia. En breve, "Lost souls?" ("¿Almas perdidas?") es la mejor novela de vampiros que he leído. A la altura de clásicos como "Dracula" de Stocker, e infinitamente superior a las obritas de Anne Rice, esta novela nos ofrece un esplendoroso viaje por algunas de las zonas misteriosas y llenas de magia (para hacer honor a la poesía) de Estados Unidos: Maryland y New Orleans. Pero el escenario que Poppy nos muestra está despojado de esa belleza artificial con que nos han llenado la cabeza el cine y la televisión, y nos ofrece una visión mucho más descarnada y humana del mundo. Pero el escenario es sólo uno de los atractivos que hay aquí. Una novela no se sostiene sólo por sus locaciones (como el cine), sino por sus personajes y su entramado de relaciones, y "Lost souls?" está a la altura.


No quisiera arruinarle a nadie la aventura de leer esta fantástica novela, por lo que sólo diré que si la sangre y el semen están constituidos de proteínas, es fácil adivinar de qué se alimentan algunos de estos vampiros. La palabra mágica es ALGUNOS.


Además, para que se decidan, en "Lost souls?" no se encontrarán con esos vampiros mariquetas y eunucos que llenan de oro las arcas de la histérica y seguramente mal-cogida Anne Rice. Aquí tenemos vampiros alocados e irresponsables, un poco en la onda de "The lost boys", esa legendaria película de vampiros rocanrroleros. Además, el nacimiento de un vampiro es algo sumamente cruel, que nada tiene de sensual ni de agradable... no diré más.¿Soundtrack? Sí, definitivamente. Y éste corre a cargo de Bowie, Bauhaus, Cocteau Twins. ¿Qué más quieren?

mayo 06, 2008

5 relatos novedosos de serenidad fortuita 5






De sacrificios


Detesto a los mayas. Su religión era una blasfemia cruel y malvada. Sacrificios humanos y derramamientos de sangre. Los dioses mayas eran malignos, exigían sacrificios una y otra vez. Por eso me gusta ser cristiano. Un sacrificio humano bastó para tener contento de por vida a nuestro dios.


Disección

Mínima deconstrucción a un motivo de Poppy Z. Brite, de la novela Lost Souls?
Su padre amaba diseccionar cosas. Atrapaba ranas y ratones y los partía por la mitad, exponiendo sus tripas y pequeños cerebros. En los periódicos se escribía últimamente de algunas extrañas desapariciones humanas que habían tenido lugar en el pueblo: dos hombres y un niño. Su padre leía ávidamente esos artículos, posiblemente si ella se asomara al sótano, que servía de laboratorio para su padre, encontraría los cuerpos diseccionados de esos tres, pero cuando el periódico anunció una cuarta desaparición, la de ella, sus probabilidades de echar un vistazo allí se habían desvanecido.


El último hombre
Soy el último hombre sobre la tierra y tengo miedo. Durante años he buscado rastros de otro ser humano vivo, sin éxito. Es definitivo, no hay nadie más en el mundo. Estoy solo y tengo miedo, pues hoy, en el callejón detrás de mi casa, vi una sombra que se movía.


Invasión extraterrestre
La invasión comenzó una noche, en un suburbio típico de los Estados Unidos de Norteamérica, y allí mismo terminó. Un hombre gris y apático, oficinista genérico, tuvo una idea brillante, y pronto se extendió a todo el mundo.

–Es muy simple –dijo él–, sólo debemos hacernos a la idea de que los extraterrestres no existen.

Y los extraterrestres dejaron de existir.


Los rostros
Estoy en la cama tratando de dormir, pero no puedo. En la oscuridad hay rostros que me observan. Cierro los ojos para que desaparezcan, pero cuando los abro, los rostros siguen allí, aunque ahora están un poco más cerca. Me miran fijamente, me estudian, y puedo escucharlos mientras se arrastran bajo la cama, o por las paredes. No veo sus manos ni sus cuerpos, pero sé que están allí. Veo sus ojos. Siento el roce de sus dedos sobre la sábanas, y sé que pronto estarán encima de mí. No puedo contener el grito; lo dejo escapar, y en pocos segundos mi habitación se ilumina. Es mamá.


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