septiembre 20, 2010

Uno de seres del espacio

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Impacto


El lugar del impacto no estaba lejos, y mi curiosidad era grande. Me puse mi abrigo, y salí rumbo a las colinas.

Aún en la distancia, podía oler el humo. Lo que fuera, era grande y emitía un resplandor rojo que contrastaba con la noche. Comencé a correr, ya no estaba lejos.

Entonces lo vi: alto y delgado, blanco y calvo como un paciente de quimioterapia, tenía ojos negros y profundos como fosas abiertas, como hoyos negros que trataban de atraparme. Sería hermoso si no fuera tan aterrador.

Caminaba por ahí, tambaleante, junto al fuego, como si cualquier accidentado que no entiende lo que ha pasado. No parece que se haya dado cuenta de mi presencia ahí, o tal vez no le importaba.

Sentí lástima por él. Ahí estaba, confundido, por todo lo que sabía él podría ser un viajero extraviado, y su familia podía estar ardiendo en llamas mientras él era incapaz de ayudarlos.

Me acerqué con precaución. Cuando me vio, comenzó a gritar aterrado, pero no había a donde correr. Resignado, esperó.

No entiendo bien qué sucedió, tal vez la compasión por el dolor ajeno me impulsó a hacerlo. El caso es que me arrojé sobre él y lo abracé con todas mis fuerzas. Lo escuché llorar en ese extraño tono que tenía su voz, y escuché una voz que no reconocí al instante:

—Calma. Ya todo está bien.

Era mi voz, hablando entre sollozos. Era la primera vez que lloraba desde que era un niño.

Tenía los ojos firmemente cerrados. Tal vez habían pasado dos minutos cuando me percaté de que estaba abrazando el aire. El fuego comenzaba a extinguirse, ya casi no había humo y la luna se asomaba entre las nubes.

Emprendí el camino de regreso, pero no llevaba prisa. La noche era tibia y agradable. Las estrellas brillaban, y entre ellas, una notablemente pálida cruzó el firmamento, hasta perderse de vista.

Tal vez era un ángel.


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Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

septiembre 13, 2010

Los «Mythos», según Alan Moore





Alan Moore


Cthulhu, siempre el maldito Cthulhu. Y Alan Moore. Alan Moore “y su maldito Cthulhu” . Primero, allá lejos, en 2003, estuvo Yuggoth Cultures, que derivó en Nightjar, de Anthony Johnston. Pronto vino The Courtyard, también de 2003. Y ahora, en 2010, una continuación directa a éste, pero llevada hasta el límite, con el elocuente título de Neonomicon. Todas ellas, obras publicadas por Avatar Press.

Los «Cthulhu Mythos» fueron creados por Lovecraft, en parte también por sus amigos, colaboradores y sucesores, y han estado con nosotros durante los últimos 100 años, en forma de homenaje, derivación, parodia y continuación. Nos han visitado en novelas, cuentos, juegos de rol y de video, películas, canciones, artes plásticas, y cómics. Es más, el propio Jorge Luis Borges, pese a su abierta antipatía por el estadounidense, no pudo resistir el deseo de sumarse a este universo de seres extraterrestres y multidimensionales, casi dioses, casi demonios, y lo hizo con el excelente “There are more things”, incluido en El Libro de Arena. Pero Borges no nos importa, ni tampoco ninguno de los millares de imitadores; estamos aquí reunidos para hablar de Alan Moore y su maldito Cthulhu.

Los «Mythos» en manos del autor inglés, no son una mera imitación, ni tampoco simples homenajes. Son una actualización del panteón lovecraftiano, una versión moderna de estos seres y su impacto en la civilización.

Los ¿héroes? de Lovecraft eran intelectuales pusilánimes, hipocondriacos solitarios obsesionados con la muerte, criaturas incapaces de hacer frente a los problemas que ellos mismos se buscaban. Es lo lógico; en los años en que Lovecraft escribió, los «Mythos» las referencias a estos seres seguían apareciendo únicamente en olvidadas obras de ocultismo, viejos volúmenes de magia negra escritos en lenguas que nadie sabía leer, tratados de demonología de la edad media, y toda clase de libros prohibidos. ¿Será verdad lo que dicen, que la obra no es diferente a la mano que la escribe?

Cthulhu según Alan Moore, ha cambiado en la modernidad. Con el avance y crecimiento de las comunicaciones, y especialmente de la Internet, sería poco probable que un conocimiento tan importante quedara en la oscuridad, y los hechiceros modernos encuentran que la praxis de sus blasfemas artes es más fácil que nunca. Los héroes del también Músico, Mago, Anarquista y Novelista, son agentes del FBI, bien preparados y con armas de fuego. No son los que invocan a Cthulhu y a Dagon, sino los que quieren evitarlo.

Es relevante hacer notar una sugestiva trasposición que ocurre en el relato: Uno de los personajes más famosos de Lovecraft, el pintor Richard Upton Pickman , aparece mencionado en The Courtyard, donde también es un retratista de atrocidades, y sus obras “toman prestado algo de Breughel y el Bosco, pero trasladan aquellos horrores al metro subterráneo de Boylston Street”. Dentro de la obra, Alan Moore no está contando lo que está haciendo con ella, nos está gritando a la cara que está convirtiendo al viejo Howard Phillips, en un habitante del siglo XXI. No me sorprendería descubrir que Randolph Carter lleva el último disco de Christian Death en su iPod. Es que en serio: ¡Maldito Alan Moore! ¡Siempre ha sido más listo que todos nosotros, y que cualquier en el medio, y le encanta echárnoslo en cara!

Pero aunque los investigadores vienen bien equipados con pistolas y rifles, Neonomicon no es un Resident Evil ni otra insignificancia por el estilo. Es horror, puro y auténtico, donde los castillos embrujados han sido sustituidos por clubes góticos, los hechiceros y sus grutas en zonas olvidadas, por chicos new age y sus departamentos en los barrios bajos, las cofradías de brujas por las pandillas de junkies. Ahí donde Lovecraft se autocensuraba, ya fuera en sus ideas racistas, o sobre todo al omitir los detalles de los rituales que practicaban sus personajes, rituales que obviamente envolvían elementos sexuales, Alan Moore da rienda suelta a su exquisito mal gusto, y no se permite la menor duda, el menor titubeo, la menor represión, y el artista Jacen Burrows, recrea sus pasajes a la perfección, como era de esperarse tras The Courtyard y la fama adquirida en Crossed de Garth Ennis . Es un horror sobrenatural para la época moderna, aderezado con un interesante elemento metatextual, visto en algunas de las mejores obras del medio, como Animal Man, The Filth, ambas de Grant Morrison, y sobre todo en 1963, del propio Alan Moore, donde los personajes son conscientes de lo que son: personajes en una ficción. Y eso es tan sólo lo que hemos visto en el primer número, de los cuatro que serán en total, pues es el único que ha sido publicado hasta ahora.

Hoy no nos asustan los fantasmas ni el diablo. La actualidad es una época de horrores auténticos: guerra, pobreza, violencia extrema, intolerancia. Cierto, son aspectos de la cultura que siempre han estado presentes, pero nunca se han vivido con la misma intensidad que en el presente, aunque suene a frase hecha. Por algo son frases hechas. Hoy, el ser humano es más duro, es más difícil asustarlo, y eso sin duda no es una virtud. Háblale de muerte y no se estremecerá. ¿Quieres estremecerlo? Háblale de muerte, de la muerte que ocurre a las puertas de su casa, en la casa de junto, o en su propia casa, hazle notar que él mismo puede ser una víctima la próxima vez que se levante de la cama, recuérdale que él puede tener algunos esqueletos en el armario, o, mejor/peor aún, hazle entender, o como mínimo considerar, que es posible que su existencia, que lo que él cree que es su existencia real, podría tan sólo tratarse de una ficción, de una idea, de un sueño, y podrás contemplar cómo se derrumba.

Es de lo que hablan los «Mythos» en voz de Alan Moore. Por supuesto, Alan Moore es un fantasista y un poeta (además de muchas otras cosas), y sus historias son metáforas de la existencia (sea o no sea real), de una forma parecida a las metáforas usadas por Chris Carter en The X-Files, para contarnos su punto de vista sobre la corrupción en las Instituciones, sobre las posibles conspiraciones de control social, pero mientras Carter habla sobre verdadero monstruo, es decir el ser humano, Alan Moore habla sobre la “verdadera” ficción: el ser humano.





{ otros trece cómics necesarios de Alan Moore }

Watchmen
V for Vendetta
The League of the Extraordinary Gentlemen
From Hell
Miracleman
Swamp Thing
1963
A Small Killing
Promethea
Batman: The Killing Joke
Lost Girls
Top Ten
America's Best Comics


Nota: Alan Moore se ha deslindado de todas las películas basadas en sus creaciones (Constantine, From Hell, Watchmen, V for Vendetta, The League of the Extraordinay Gentlemen), y se ha asegurado de no recibir dinero proveniente de ninguna de ellas. Si usted decide verlas, recuerde que es bajo su propio riesgo. Más información, en el siguiente enlace:

http://www.bleedingcool.com/2010/09/09/alan-moore-speaks-watchmen-2-to-adi-tantimedh/