abril 13, 2008

Un cuento al revés



Perdida


Sigo frente a la ventana, sucia de moscas, cerrada, sin aire en la habitación, mirando el camino que va lejos de aquí, por donde Jordán se fue hace varios meses, con un rifle de casa, a luchar por las tierras.

Llevo dos horas de este día sentada frente a la ventana sucia de moscas. Ayer estuve veinticuatro horas continuas sin moverme, un día antes también. Siete días enteros así, esperando a que vengan Jordán o la muerte.

Llevo todo este tiempo sin parpadear, sin comer, sin orinar, sin beber y sin moverme, mirando por la ventana sucia de moscas, esperando que alguien venga de regreso por ese camino que sólo va y no viene nunca, y que se pierde lejos de acá.

Así llevo desde hace no sé cuántos días, mirando por la ventana sucia, llena de moscas, con los ojos bien agarrados al camino, esperando que algo pase, que sobrevengan Jordán o la Muerte y yo pueda proseguir mi existencia. Y ya empiezo a cansarme. Y me he sentido cansada desde hace no sé cuántos días, no sé cuántas tardes, no sé cuántas noches, desde que recibí el telegrama ése: “Señora Clotilde de Caire. Nuestro más sentido pésame al notificarle la muerte de Jordán Caire”.


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