Foto robada de: chilango.com |
Paletas de cajeta
El viejito abordó la unidad y comenzó a recitar su
desanimado mantra:
—Lleve sus
paletas de cajeta, una, dos pesos, tres por cinco. Es la deliciosa paleta de
caramelo macizo sabor cajeta…
No vendió ni una
sola. Llevaba todo el día abordando microbuses y camiones, pero nadie compraba
sus paletas de cajeta. A nadie le gustaban. Lo peor del caso es que había invertido todo su dinero en una bolsa de tres
kilos, y si no vendía, no sabía qué iba a hacer.
Quiso probar
suerte en el metro, pero no había recorrido aún cuatro vagones (sin vender)
cuando le cayó la mafia del DF, es decir, el GDF. Los agentes le pidieron entre
empujones que se retirara y él lo hizo. El viejito se preguntó por qué no
sacaban también a los demás vendedores, los que tenían la estación (Garibaldi,
línea 8) convertida en un tianguis sobre ruedas. No conformes con vender sobre
los pasillos que llevan al andén, habían colocado mesas y mostradores donde
exhibían sus productos.
Siguió abordando
microbuses durante un rato, para intentar vender, aunque tenía pocas
esperanzas, y también para acercarse a su casa. Con veinte pesos podría comprar
un paquete de chicles y recuperarse en ventas. “No sé por qué compré estas
paletas”.
Comenzó a llover
antes de llegar al paradero, hizo los últimos veinte minutos caminando. Es
seguro que se va a enfermar y mañana no podrá salir a trabajar.
1 comentario:
puerca vida...
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