Pinche payaso
Ese pinche payaso ya se merecía lo que se le vino encima. Se
lo ganó a pulso por su forma de trabajar. Lo primero que hace es hablarle con
cariño a un niño, una vez que el niño lo mira, el payaso saca un globo y lo infla
rápidamente, lo moldea para que tome la forma de una espada o de una flor,
según el sexo del pequeño (aunque a veces los listillos piden el que
supuestamente le corresponde al otro sexo; son más listos que tú), y cuando el
niño toma el globo, el payaso le dice:
—Dile a tu papi o
mami que sólo son diez pesos.
¡Hijo de su puta
madre! Ningún papi y ninguna mami (de los de verdad, no de los que lo son por
pendejos) quiere que sus hijos sufran, y en vez de decirle al pinche payaso que
chingue a su madre, le ofrecen el dinero.
Por eso me alegró
mucho cuando el pinche payaso se quiso ligar a mi “amiga” Carmen. “Ella” le
dijo que sí, se fueron al hotel y ahí, Carmen le mostró la sorpresa y el pinche
payaso lleva ya dos días sin poder sentarse.
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