Un minuto y un segundo de Joaquín
Un minuto
Joaquín caminaba por la banqueta en el mismo sentido que el
flujo de automóviles. Pensaba en el hambre que sentía desde hacía tres horas y
sólo esperaba llegar a su casa. Era más rápido caminar que abordar un microbús,
y también mucho más barato, se decía mientras intentaba apresurar el paso, pero
la banqueta estaba llena y no era fácil esquivar a esas madres con carriolas o
a esas parejas que caminaban lado a lado con lentitud de paquidermo.
Pensó en
comprar unos plátanos fritos, podía ser un buen tentempié en lo que llegaba a
casa. Además, quería contarle a Rosa que le habían rechazado el proyecto para
reducir costos en papelería y electricidad, allá ellos, pensaba, si quieren
seguir malgastando recursos. Pero los jefes siempre creen tener la razón aunque
sean unos imbéciles.
Había
demasiada gente, y encima esos chavos besándose y estorbando más de lo
aceptable.
—Compermiso —dijo Joaquín.
—Pásele
—respondió el muchacho.
Joaquín
pasó entre la pareja y una señora que esperaba el camión. Comenzaba a
desesperarse y le pasó por la mente la idea de darle un codazo a la señora y
bajarla de la banqueta. Pero pudo más su sentido común y se tragó su molestia.
Pero había mucha gente y tenía prisa.
Puso un pie
en el arroyo vehicular…
Un segundo
El cuerpo de Joaquín yace inmóvil bajo las ruedas del
microbús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario